sábado, 25 de enero de 2014

Mi abuelo

25-01-2013. 
Como cada sábado, toca comida familiar. Veo desde la ventana como camina, lentamente con la ayuda de sus dos cachabas, soportando el peso de una vida de 96 años con su débiles piernas. Voy a saludarlo, escucha mis pasos, me siente, pero no me ve. Me busca con la mirada, reconoce mi silueta, pero hasta que no oye mi voz no sabe quién soy. Sonríe, le brillan los ojos, le acompaño hasta dentro. Aunque para él soy como un bebé, al ser su nieta más pequeña, se lo que significo para él, la importancia que tienen mis palabras. Simbolizo el futuro.
Mi abuelo es un hombre de miradas. Su rostro lleno de arrugas, desgastado por una vida de duro trabajo, ya no refleja sus sentimientos. Pero su mirada, si vieras su mirada... comprenderias porque se me encoge el corazón al verle. A lo largo de los años, ha soportado lo insoportable. Cuando te haces mayor ves morir a tus abuelos, padres, amigos, a tu mujer/marido.... pero el hecho de que haya tenido que ver irse a varios de sus hijos, demuestra su fuerza. En sus ojos se ve esa fuerza, junto a la acumulación de recuerdos y sufrimiento. A pesar de que sus ojos verdosos con manchas son enanos, sus párpados caídos, y sus pestañas ínfimas, su mirada refleja su grandeza y su increíble corazón.
Durante la comida, le observo detenidamente. Aunque escucha, no participa en las conversaciones, no es porque no entienda o no se entere, tiene la cabeza casi mejor que yo. A veces se escapan pequeños rayos de nostalgia de su mirada. Al levantarse, sus temblorosas manos buscan sus cachabas y su cara reprime una mueca de dolor, ya que el paso del tiempo y haber trabajado desde muy joven han desgastado sus rodillas hasta el punto de que casi no le mantienen.
De vez en cuando me pregunto, si mi abuelo en estos momentos es feliz. Noto como está esperando a que la muerte aparezca. Mi deseo es que cumpla 100 años, pero cada vez que veo su sufrimiento este deseo disminuye. Se que me va a doler como a nadie que se vaya, porque a pesar de haber vivido en otro siglo y estar chapado totalmente a la antigua, es quién más me comprende. 
Significa mucho para mi, pero verle mal me abruma. Tengo que empezar a hacerme a la idea, de que le queda poco, muy poco, y de que tengo que empezar a plantearme una vida sin él.
A pesar de que duela, de que se vaya un gran apoyo.
A pesar de que sea mi héroe.